Lola Mora fue la primera mujer escultora argentina reconocida mundialmente por sus monumentales obras.
Cada 17 de noviembre, Argentina celebra el Día del Escultor y las Artes Plásticas, en homenaje a aquellas personas que convierten distintos materiales para construir formas e imágenes y presentar una visión de la realidad. Además, esta fecha se recuerda el nacimiento de la primera escultora argentina: Lola Mora.
La artista nació en Tucumán el 17 de noviembre de 1866. Fue conocida, principalmente, por su imponente obra La Fuente de Las Nereidas, situada en la Costanera Sur, en Capital Federal. Además, incursionó en el urbanismo y las artes visuales.
Su nombre completo era Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández y supo ganarse su lugar en espacios históricamente vedados a las mujeres de la época. Efectivamente, fue una de las escultoras argentinas más reconocidas hacia fines del siglo XIX y principios del XX.
Inició sus estudios en pintura con el maestro italiano Santiago Falcucci, con quien aprendió las técnicas del neoclasicismo y el romanticismo italiano. Gracias a esto, logró retratar a grandes personalidades de la sociedad de la época y hacerse un lugar como artista trabajando por encargo para autoridades gubernamentales: realizó un busto de Julio Roca, una estatua de Aristóbulo del Valle y dos sobrerrelieves para la Casa Histórica de la Independencia en San Miguel de Tucumán (simbolizando el 25 de mayo de 1810 y el 9 de julio de 1816), además de cuatro estatuas que decoran el Congreso Nacional.
Apasionada de esta rama artística, viajó a Roma, donde perfeccionó su técnica de la mano del artista Guilio Monteverde, quien la inició en el arte monumental. Además, incursionando en la técnica del desnudo, que para la época fue considerada toda una provocación. Mora luchó en contra de los estereotipos de género en su profesión, consagrándose como la primera escultora latinoamericana de monumentos. Su trabajo fue premiado en Francia, Australia y Rusia.
Otras de sus obras son: las esculturas de La Justicia, El comercio, La Paz y La Libertad, ubicadas en las cercanías de la Casa de Gobierno de San Salvador de Jujuy.
Hacia 1920, Lola abandonó, decepcionada, la escultura y se volcó a las nuevas tecnologías; se transformó en la primera emprendedora argentina. Impulsó el dispositivo llamado cinematografía a la luz, que permitía ver cine sin necesidad de oscurecer una sala. Intentó vanamente introducirlo en el mercado. También se le conocen inversiones en el ámbito ferroviario, vial o urbanístico.
En 1825 recibió otro descontento. El presidente radical Marcelo T. de Alvear dejó sin efecto la encomienda para diseñar el Monumento a la Bandera. Era la última obra encargada por el Estado. Para revertir el golpe, emprendió la extracción de combustibles con base en destilación de rocas fósiles (esquistos bituminosos). Se asoció con otros aventureros y recorrió infructuosamente las montañas de Salta para desarrollar el negocio, que resultó un rotundo fracaso y se llevó sus ahorros.
Desahuciada y con su salud deteriorada, entre 1932 y 1933 retornó a Buenos Aires, bajo el cuidado de sus sobrinas. Le costaba caminar, divagaba y perdía el conocimiento. En 1933 la Sociedad Sarmiento de Tucumán realizó una muestra a beneficio de la empobrecida artista. En 1935, restaurado el orden conservador, el Congreso le aprobó una pensión de doscientos pesos mensuales. El 17 de agosto Lola sufrió un ataque cerebral que la dejó postrada hasta el 7 de junio de 1936, cuando falleció, a los sesenta y nueve años. Sus restos se trasladaron desde el Cementerio de la Chacarita hacia Tucumán en 1977.
Así la despidió La Nación: «El decidirse por el arte ya había significado una proeza, recordemos la fecha de sus comienzos y su actuación inicial. Mujer y escultora parecían términos excluyentes. Los prejuicios cedieron, sobrepujados por la evidencia de su obra». O el diario Crítica: «Es el homenaje perenne y sincero que compensa, hasta cierto punto, la ingratitud material de los poderes públicos y la sorda hostilidad de nuestros círculos artísticos que veían en Lola Mora la expresión de gustos anticuados y definitivamente ‘pasados de moda».
En su memoria, la ley 25003 instituyó, en 1998, la fecha de su nacimiento (el 17 de noviembre) como Día Nacional del Escultor y las Artes Plásticas.
Fuentes: el1digital / infobae