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El Arpa celestial de Amadeo Monges (Bs. As. 08-10-42 / 10-08-24) 81 años


Cuando ingresó a Columbia para grabar necesitó saber leer música y su productor le sugirió el propio domicilio para enseñarle. Era el prestigioso maestro José Carli que fue casi su padrino artístico por siempre. 

Por: Raúl Vigini 11-08-24

Amadeo tuvo madre y padre paraguayos pero nació en la ciudad de Buenos Aires. Siempre vivió con música a su alrededor. Su padre fue cantor de Félix Pérez Cardozo. En su casa recibían músicos con bandoneones, arpa y guitarras.

Contaba que “Una noche, mi madre y mi abuela nos llevaron con uno de mis hermanos, Fernando, a la confitería Mi Rincón de aquella época donde actuaban Martínez-Ledesma, tocaba el piano Carlos García, estaban los Hermanos Abalos y Pérez Cardozo con su conjunto. Bueno, a partir de esa noche de fines del 46 -yo tenía cuatro años- empezó mi locura por el arpa. Al día siguiente ya andaba con un palo de escoba al hombro y tocaba Pájaro campana y mi hermano con otro palo rasgueaba Los 60 granaderos. Que era el repertorio de Pérez Cardozo donde cantaba papá. Ahí comenzó toda esa etapa”.

El padre jamás tocó el arpa pero tuvo que ponerse a fabricar un arpa chiquita y le enseñó a colocar los dedos en las cuerdas sin saber. El instrumento estuvo expuesto durante mucho tiempo en las Galerías Pacífico en Buenos Aires, en las calles Córdoba y San Martín como una pieza de museo y una curiosidad. Y así le enseñó a tocar el arpa, mientras tanto lo obligaba, eso sí, a estudiar piano.

Cuando ingresó a Columbia para grabar necesitó saber leer música y su productor le sugirió el propio domicilio para enseñarle. Era el prestigioso maestro José Carli que fue casi su padrino artístico por siempre.

Y Amadeo aseguraba: “Puse los pies por primera vez en un escenario el 25 de abril de 1951 cuando no había alcanzado a cumplir los ocho. En Chascomús, un festival muy grande para recaudar fondos para la viuda de Pesoa, que era uno de los guitarristas de Edmundo Rivero. Esa fue la primera vez que yo toqué en público”.

“No estudiaba con nadie. Mi padre me corregía en casa y yo iba descubriendo sonidos. A los nueve un día lo llamó a Félix Pérez Cardozo porque quería que me oyera y me enseñara. La respuesta de Félix fue la siguiente: ‘Mirá, yo a este mocoso no tengo nada que enseñarle porque ya toca muy bien. Lo que tiene que hacer es crecer, estudiar mucho y sobre todo que estudie música. Más adelante se va a ir metiendo en el ambiente y tiene que foguearse pero ya toca muy bien’. Esas fueron las palabras de él. En el año 53 tuve la dicha de tener acá en casa a un maravilloso artista que creó un estilo distinto en el instrumento que era Digno García. Fue el que a mí prácticamente me marcó a fuego porque cambié radicalmente la manera de tocar, de trabajar con las manos en el encordado, descubrí cosas que no conocía. Por ejemplo son instrumentos diatónicos, más el que usamos nosotros, las únicas posibilidades que tiene son las que te da el encordado en la tonalidad en que esté afinado. Y siempre te van a faltar notas, bueno me enseñó a hacer las notas que faltaban apoyando la uña del pulgar en la parte superior de la cuerda y todo eso. Y eso lo usé durante muchos años y me posibilitó hacer otro repertorio que no era solamente la polca, incluso cosas que estaban en tonalidades mayores y menores, aprovechar el instrumento de otra manera. Ese fue Digno García”.

En una de sus grabaciones estuvieron dos guitarristas que tenían un mismo apellido: Ayala. Efectivamente tocaron juntos para acompañarlo, Ramón Ayala el mensú y el maestro de la guitarra Héctor Ayala.

Con el paso de los años Amadeo tuvo presencia en grabaciones de la mayoría de los artistas populares cuya mención sería imposible de completar.

Acompañó al saxofonista argentino de mirada universal Gato Barbieri en una extensa gira internacional.

Por imposición de la grabadora plasmó su versión de Moliendo café, que tuvo un inusitado éxito en toda latinoamérica y lideró las listas de los más elegidos.

Convocado para unos arreglos del tema Respirando interpretado por Bárbara y Dick, cuando escucharon su sonido con el arpa decidieron que acompañe todo el tema haciendo la introducción solista.

Sus aportes están en discos de María Helena (Canto islero, Galopera), Nelly Omar (Déjame estar), Les Luthiers (Mi aventura por la india), etc.

Participó de algunas películas como “El sentimiento de abrazar” de Silvia Di Florio dedicada a Raúl Barboza.

Acompañó estos últimos años a Enrique Llopis con arpa y guitarra.

Sorprendió a la platea cerrando sus recitales con la melodía de Qué mundo tan maravilloso que popularizara Louis Armstrong.

Su vinilo “Arpas en estéreo” es una sucesión de éxitos que significaron uno de los más valiosos repertorios del arpa paraguaya y un destacado producto discográfico.

Como compositor la polca Río Apa es uno de los más difundidos.

Amadeo fue un músico de excepción. De carácter firme. Celoso del instrumento que perfeccionó para lograr más y mejores sonidos. Riguroso en las exigencias de sus propios trabajos. Siempre dispuesto al estudio y perfeccionamiento de la tecnología y del aprendizaje con la música. Generoso para compartir su sapiencia. Jerarquizó con su trabajo interpretativo el cancionero de raíz folklórica regional y amplió con sus versiones temas de la música universal con elevada calidad. Por eso recibió los honores de sus pares, y el reconocimiento emocionado de sus seguidores. Su aporte a la cultura popular es insuperable.