El descubrimiento de una sala real de época antigua en Perú abre nuevas teorías sobre el poder femenino en culturas precolombinas
Un sorprendente hallazgo arqueológico en el norte de Perú captó la atención del mundo científico: se descubrió una sala del trono decorativa en el sitio preincaico de Pañamarca, una estructura que podría haber sido utilizada por una antigua reina. Este hallazgo, marcado por murales intrincadamente decorados que representan a una mujer en diversas poses de poder, ha dado un giro inesperado en la comprensión de las élites femeninas en la cultura Moche.
A lo largo de las excavaciones, se reveló que la sala no solo servía como un espacio simbólico de autoridad, sino que también estaba decorada con representaciones de la figura femenina recibiendo cortes, sentada en un trono y blandiendo un cetro. Este trono, construido en adobe, ha sido denominado por los arqueólogos como el “trono de Pañamarca”, y junto con las imágenes de la soberana, refuerza la teoría de que una mujer poderosa gobernaba este sitio en el siglo VII.
Los murales descubiertos en la sala del trono de Pañamarca han causado gran fascinación entre los arqueólogos e historiadores, no solo por su calidad artística, sino por los misteriosos significados que parecen transmitir. Estas representaciones pictóricas detallan la imagen de una mujer poderosa, quien aparece en diferentes roles de autoridad, lo que ha llevado a especular que se trataba de una reina, suma sacerdotisa o incluso una diosa. La figura femenina es retratada en diversas escenas: sentada en un trono, blandiendo un cetro o recibiendo a filas de personas, todas características que apuntan a su estatus como soberana.
La Sala del Imaginario Moche, como ha sido denominada por los investigadores, está rodeada de pilares que muestran cuatro escenas diferentes de esta mujer, destacando su relevancia dentro de la jerarquía política o religiosa de la época. Este tipo de hallazgos permite una mayor comprensión del papel de las mujeres en las estructuras de poder moche y desafía las concepciones tradicionales sobre los roles de género en las antiguas sociedades precolombinas.
Uno de los debates más intrigantes que ha surgido a raíz de este descubrimiento es la verdadera identidad de la figura femenina representada en los murales de la sala del trono en Pañamarca. Los expertos se preguntan si esta mujer fue una figura histórica, una sacerdotisa, una reina o si se trata de una deidad mitológica propia de la cultura Moche. La iconografía muestra claras señales de poder, como el cetro y la corona, símbolos típicamente asociados a la autoridad suprema en las sociedades antiguas.
Sin embargo, los descubrimientos realizados en la sala van más allá de lo meramente simbólico. La arqueología física ha proporcionado pruebas tangibles de que esta sala fue ocupada por una persona real. Entre los restos encontrados en el trono de adobe, los arqueólogos recuperaron cuentas de piedra verde, fibras finas y cabello humano, lo que refuerza la teoría de que una líder mujer ocupó esta sala en algún momento del siglo VII. Estos hallazgos, junto con la erosión del soporte del trono, sugieren que fue utilizado de manera activa por una soberana.
A pesar de estas evidencias, aún persiste el debate entre los estudiosos sobre si esta figura fue una mujer poderosa de carne y hueso o una representación simbólica de alguna divinidad. Las conexiones con la luna y el mar en las pinturas apuntan a la posibilidad de que la figura sea una diosa venerada por los Moche, lo que añade un nivel de complejidad al análisis de su identidad.
Uno de los hallazgos más notables es la llamada Sala de las Serpientes Trenzadas, una edificación decorada con pilares que representan serpientes entrelazadas con piernas humanas. Este motivo no tiene precedentes en el arte moche descubierto hasta la fecha, lo que sugiere que Pañamarca pudo haber desarrollado un estilo artístico único o que estuvo influenciado por otras culturas cercanas. Además de estas serpientes antropomorfizadas, en las paredes de esta sala también se encuentran imágenes de guerreros, armas antropomorfizadas y un monstruo que persigue a un hombre, lo que podría estar relacionado con la mitología y las leyendas moche.
Este espacio, situado en una posición elevada sobre la plaza principal del sitio, parece haber servido tanto como punto de observación para los eventos que ocurrían en la plaza, como un lugar privado para las élites que lo ocupaban. Los arqueólogos también han identificado evidencias de múltiples renovaciones en la Sala de las Serpientes Trenzadas, lo que indica su uso prolongado a lo largo del tiempo. Entre estos cambios se incluyen la realización de ofrendas materiales, especialmente de textiles, y la repetida quema de objetos ceremoniales, junto con la recubrimiento de pisos y paredes, lo que sugiere que el espacio tenía un significado ritual profundo.
El descubrimiento de la sala del trono en Pañamarca ha generado un cambio en la perspectiva sobre los roles de género en la antigua cultura Moche, planteando nuevas preguntas sobre la posición de las mujeres en las esferas de poder. Tradicionalmente, se había asumido que las sociedades precolombinas estaban dominadas por figuras masculinas en los ámbitos político y religioso, pero los recientes hallazgos sugieren que las mujeres pudieron haber tenido un rol más destacado del que se pensaba.
Según Lisa Trever, historiadora de arte de la Universidad de Columbia, los murales encontrados no solo muestran la creatividad de los artistas moche, sino que también desafían las expectativas modernas sobre la distribución del poder entre los géneros en estas antiguas civilizaciones. La imagen de una mujer sentada en un trono, recibiendo a personas y portando símbolos de autoridad, está cambiando la comprensión de cómo las mujeres interactuaban con el poder y la religión en la cultura Moche.
Además, las representaciones de mujeres en talleres de hilado y tejido, actividades que en muchas culturas eran asignadas a las mujeres, parecen tener un significado más profundo en este contexto. La conexión de la mujer del trono con estos oficios sugiere que el poder femenino no solo se expresaba en la política, sino también en la producción económica y en las prácticas rituales. Esto subraya la posible existencia de una relación simbólica entre el poder, la creación y las artes, donde las mujeres desempeñaban un rol central.
El debate continúa entre los académicos, pero los hallazgos en Pañamarca están obligando a los investigadores a reconsiderar la noción de una sociedad exclusivamente patriarcal en el mundo Moche, lo que podría abrir nuevas líneas de investigación sobre el liderazgo femenino en otras culturas precolombinas.
Fuente: Infobae