Jardin de Noticias

Jardín literario: La pajarita de papel – Hamlet Lima Quintana


Entonces Pepe no sabía. Pero una vez, como si
fuera un milagro, alguien le hizo una pajarita de
papel. Una pequeña pajarita que agitaba sus
alas a impulso de su sangre, la firme voluntad de
hacer las cosas.
(Hamlet Lima Quintana, 1972, p. 28)

Entonces Pepe no sabía.

Pero una vez, como si fuera un milagro, alguien le hizo una pajarita de papel, una pequeña pajarita que agitaba sus alas a impulsos de su sangre, la firme voluntad de hacer las cosas.

El primer día, Pepe estuvo alegre, contento, pensando que tenía un pájaro vivo, un pájaro de plumas y canto. Estuvo alegre como únicamente pueden alegrarse aquellos que saben que la alegría es despertarse y ver el sol.

Esa noche Pepe colocó a la pajarita de papel sobre su almohada. Justo al momento de dormirse, ese momento en que la vida y la muerte son amigas, a la pajarita le creció una sonrisa. Se asustó un poco porque ella era de papel y no podía alegrarse. Sin embargo, lo había hecho.

Al día siguiente Pepe estuvo triste, muy triste. Pensaba que su pajarita era una pajarita de papel y nunca podría llegar a ser un pájaro de plumas y canto. Estuvo triste, con la tristeza que tienen únicamente aquellos que saben que el drama es un material cotidiano al que debe sacarse un saldo positivo.

Esa segunda noche Pepe volvió a colocar a la pajarita de papel sobre su almohada. Justo en el momento de dormirse, ese momento en que las cosas se integran en un Dios especial, a la pajarita le brotó una lágrima en el ojo izquierdo, que era por el que más miraba. Se asustó un poco porque ella era de papel y no podía llorar. Sin embargo, lo había hecho.

Al tercer día, Pepe estuvo hablando con la pajarita todo el tiempo. Le decía:

– Pajarita, soña que sos un pájaro de plumas y canto. Soña que vas volando sobre los montes y que los pájaros, tus iguales, te llaman y vos vas con ellos. Soña que tu canto asombra a las ramas y a las hojas y que con ternura fabricas un nido donde el cielo se mete.

Esa noche Pepe también colocó a la pajarita sobre su almohada. Justo en el momento de dormirse, ese momento en que el amor es un punto equidistante de toda la vida que nos vive, la pajarita soñó que era un pájaro de plumas y canto, Y soñó que volaba sobre los montes y que los pájaros, sus iguales, la llamaban y ella se iba con ellos. Y también estuvo su canto asombrando a las ramas y a las hojas y su nido de ternura tenía todo el cielo empollando un amor desmesurado. Se asustó un poco porque ella era de papel y no podía soñar. Sin embargo, lo había hecho.

A la mañana siguiente, pasados los tres días y tres noches necesarias para el milagro, después que Pepe le había transmitido, a fuerza de quererla, su alegría, su dolor y sus sueños condiciones indispensables para una vida cierta, Pepe se acercó a la ventana con la pajarita de papel entre las manos y dijo:

– Ahora, mi pájaro de plumas y canto, vuela hacia el viento. Y una hermosa paloma se largó a volar hacia su destino de pájaro.

Entonces Pepe ya sabía.

Fuente: Lima Quintana, H . (1972). Cuentos para no morir. Ediciones La Verde Rama.