Mérida Doussou Sekel (*)
A mucha gente la palabra afroargentino/a debe llamarle la atención. El sentido común es que en Argentina no hay negros. Un discurso que se ha fortalecido desde Sarmiento y Mitre hasta el día de hoy. Pero la realidad es que los/as afroargentinos/as existimos, y también tenemos nuestro día, el 8 de noviembre.
La Ley 26.852, sancionada el 24 de abril de 2013, instituye el día 8 de noviembre como “Día Nacional de los Afroargentinos y de la cultura afro” en conmemoración a María Remedios del Valle.
Dicen los y las integrantes de la red de afroargentinosa/as del tronco colonial, “nosotros estamos acá hace 500 años”. Entonces podemos preguntarnos por qué sólo hace seis años el Estado ha reconocido nuestro día, por qué recién en el censo realizado en 2010 se preguntó sobre nosotros/as. Estamos hablando de invisibilización histórica. Estamos hablando de racismo institucional.
¿Quién fue María Remedios del Valle?
Fue en 1810 cuando María Remedios del Valle partió a la primera expedición destinada al Alto Perú acompañando a su marido, a un hijo de la sangre y a otro adoptivo, los tres muertos en esas acciones. La “parda” María, como se la menciona en algunos partes militares, combatió en Huaqui (julio de 1811), vivió las peripecias de esa trágica retirada del Alto Perú y luego el éxodo jujeño. Volvió a combatir en las gloriosas victorias de Tucumán y Salta y en las trágicas derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, junto a Belgrano, que la había nombrado capitana.
En esta última batalla fue tomada prisionera por los realistas Pezuela, Ramírez y Tacón, que la condenaron a ser azotada públicamente a lo largo de nueve días. Pero María pudo fugarse de sus verdugos y reintegrarse a la lucha. Estuvo siete veces en capilla, o sea a punto de ser fusilada, y a lo largo de su carrera militar recibió seis heridas graves de bala. Sin embargo, no fue fácil que las autoridades de Buenos Aires le reconocieran el grado de capitana, era mujer y negra.
Recién en 1828, luego de que pase años en la indigencia, la Sala de Representantes le otorga el sueldo de capitana e infantería. Eran 30 pesos mensuales, que para la época era una miseria.
¿Cuántas veces nos han contado esta historia en las escuelas? Por el contrario, en los actos escolares los/as esclavizados/as aparecen sólo los 25 de mayo vendiendo empanadas y pastelitos. Se pinta un paisaje alegre como si la situación de esclavitud hubiese tenido algo que ver con la felicidad.
¿Qué pasa con lo negro en Argentina?
La generación del ‘80 y la historia mitrista intentó hacer de Argentina la Europa americana y civilizada. Al llegar a la Legislatura, Sarmiento descargó todo su racismo y dijo: “Llego feliz a esta Cámara de Diputados de Buenos Aires donde no hay gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriotas”.
La idea de patria blanca perdura hasta nuestros días, eso explica por qué cuando vamos caminando por la calle la gente nos pregunta de dónde somos; porque bajo la lógica racista en la que nos construimos el negro, la negra, no pueden ser argentinos/as.
Extranjerizar lo negro lleva también a negar la historia de trata esclavista que tiene nuestro país. En 1585 el cabildo de Buenos Aires solicita autorización a la corona española para introducir africanos esclavizados a Perú, el corazón del proyecto colonial español en Sudamérica. Es en la Constitución de 1853 que se da por abolida completamente la esclavitud en su artículo 15. Pero en 1853 Buenos Aires no era parte del territorio, es decir que recién en 1861 cuando Buenos Aires se incorpora a la Confederación, podemos decir que dejo de existir la esclavitud legal en argentina.
Que hayan negado nuestro pasado nos trajo a los/las afroargentinos/as un problema de identidad. Mejor dicho de negación de la identidad. Cuando un niño/a afro va a la escuela y se le transmite una historia de blanquitud, no se puede ver referenciado subjetivamente en ningún suceso, ni memoria, ni anécdota; no tiene origen. Además, como en Argentina lo negro está asociado siempre a lo malo, nadie quiere ser negro. Muchas veces sucede que si se cuenta la historia negra, esta tergiversada. En la escuela (incluso en instituciones del nivel superior) se plantea que los negros y negras se murieron todos en la guerra de independencia o de fiebre amarilla.
No se cuenta la resistencia, no se cuenta el legado cultural. Entonces te preguntás: Yo, hoy y aquí ¿quién soy? Hasta que te cruzas con más personas afrodescendientes, militantes de nuestra causa, y recién allí comienza el proceso de recuperar la identidad. Desandar la historia oficial, y tu propia historia, abriendo el árbol genealógico, preguntando en la familia, reencontrando las memorias y entendiendo por qué te pasan las cosas que te pasan.
Es sobre la base de esta historia que existen hoy organizaciones de afroargentinos del tronco colonial, como la Asociación Misibamba en Buenos Aires, o la casa IndoAfroAmericana en Santa Fe, fundamentales en la lucha por el reconocimiento de la historia negra de nuestro país y en la lucha contra el racismo institucionalizado.
(*) Afroargentina. Cátedra Unesco “Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina” UNTREF.