El ocho de setiembre se festeja la Natividad de la Virgen María y desde 1944,
el gobierno argentino lo instituyó como el “día de la agricultura y del productor
agropecuario”, considerando la fundación de la primera colonia agrícola, el 8
de septiembre de 1856, como «una fecha decisiva en el desarrollo de nuestra
agricultura”, según dice el decreto Nº 23.317. La conmemoración fue instituida
en recuerdo de la primera empresa colonizadora argentina dedicada a la
agricultura, fundada en Esperanza (Provincia de Santa Fe)
el gobierno argentino lo instituyó como el “día de la agricultura y del productor
agropecuario”, considerando la fundación de la primera colonia agrícola, el 8
de septiembre de 1856, como «una fecha decisiva en el desarrollo de nuestra
agricultura”, según dice el decreto Nº 23.317. La conmemoración fue instituida
en recuerdo de la primera empresa colonizadora argentina dedicada a la
agricultura, fundada en Esperanza (Provincia de Santa Fe)
Con tu nacimiento se alegró la tierra.
Fue el día de la Virgen.
No fue un día cualquiera.
Júbilo de campanas
a lo largo de América.
Fue el ocho de setiembre.
Alabado sea.
Hombres y mujeres habían llegado
de lejanas tierras.
-Grupos de palomas a los árboles
llegan de igual manera-.
Habían atravesado el mar
-nieblas-;
habían alcanzado el «pariente del mar»
-ceibos, palmeras-;
habían llegado a Santa Fe
-naranjos, arena-;
habían avanzado hacia la pampa india
-leguas-;
habían dormido de cara al cielo
-estrellas-;
junto al salado árido
-culebras-;
las mujeres de oro;
los hombres, como de piedra.
Este es Roberto Zéhnder que a caballo
toma la delantera.
-¿Adonde vas, Roberto Zéhnder?-.
-Voy al encuentro de mi tierra-.
Este es Ulrico Rey y Este Juan Kéller,
que le gritan: -¡Espera!
Esta es Magdalena Morand,
ciega,
con la sonrisa hacia el lado
del relincho en la huella.
Este, que canta, es Frítschy.
Marcha a la par de las carretas.
Coronado de sol,
tiene la altura de las ruedas.
Este es Alejo Seppey.
Esta, Margarita, su compañera.
-Margarita tiene el color del pan;
es como el pan de buena;
sopla una flor de cardo
que es la flor panadera-.
Este es Aufranc, el probo.
Este, Jaquín, poeta.
-Jaquín quiere volverse.
No puede con su pena.
Busca a su novia ausente, por el cielo.
Canciones para ella-.
Este, que no habla, es José Esser.
Piensa en la hermana muerta.
Mira como la buscan por el río;
cómo nadie la encuentra.
Este es Grenón, el fuerte.
Esta, María Paciencia.
Esta, Adelina, la hija,
a quien María peina.
-Adelina tiene el lino en los ojos,
el trigo en las trenzas,
la flor del paraíso en las ojeras-.
Este es Antonio Gay, que hará ladrillos;
los hará de su tierra;
tendrán la anchura de su fe,
el largor de su pena.
Este, fogoso, es Schneider,
el hacedor de estrellas:
-¡Vengan a ver mi yunque;
oigan como gorjea!-,
y esta es Ana, su mujer,
en madurez de espera.
Una calandria la enamora.
Niño varón ha de nacer de ella.
En el cuerpo del niño
se pegará la tierra.
Fue el día de la Virgen.
No fue un día cualquiera.
Fue el día en que repican las campanas
en todas las iglesias,
donde una madres cantan
y otras madres contestan:
-Santa María.
-Ruega.
-Madre de la divina gracia.
-Ruega.
-Causa de nuestra alegría.
-Ruega.
-Estrella de la mañana.
-Ruega
-Puerta de la esperanza.
-Ruega
Fue el día de la Virgen.
No fue un día cualquiera.
Un silencio de árbol
reina en la selva.
-Santa María.
Ruega-.
Bajo un árbol los hombres
se reparten la tierra.
-Madre del buen consejo.
Ruega-;
y se separan,
cada cual con su bestia.
-Consuelo de los afligidos.
Ruega-;
con su fusil,
con su herramienta.
-Virgen salvadora.
Ruega-;
con su puñado de trigo
apretado con fuerza.
-Puerta de la esperanza.
Señora nuestra-.
Fue el día de la Virgen.
No fue un día cualquiera.
Camino de su rancho y de su árbol,
van hombres y bestias.
-Madre sin mancha.
Ruega-.
A su paso el venado
alza su rama seca.
-Salud de los enfermos.
Ruega-.
El ñandú, entre los pastos,
su cuello de culebra.
-Consuelo de los afligidos.
Ruega-.
El hornero, en su nido,
canta sobre la tierra.
-Estrella de la mañana.
Ruega-.
La paloma de monte
ya va a volar, y vuela.
-Puerta de la esperanza.
Señora nuestra…-.
Fue el día de la Virgen.
No fue un día cualquiera.
Camino de su rancho y de su árbol,
van hombres y bestias;
van en familia, lentos,
sobre la tierra eterna.
Éste es el toro que hunde
su bramido en la selva;
ésta la vaca
con la miel en la lengua;
éste el can
que guardará la puerta;
éste el mozo del puñado de trigo
apretado con fuerza;
éste el niño que duerme;
ésta la niña bella,
y ésta la madre grávida,
por caerse en la hierba.
Se parece a la Virgen,
la noche de la estrella.
Fue el ocho de setiembre.
¡Alabado sea!
Jose Pedroni