UNA TRADICIÓN (Chacarera) (Sixto Palavecino) Contemporánea
1. | Mi tata me dijo un día, el año pasáo nomás: Primer Domingo de Octubre, no nos descuidemos más. |
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2. | Resulta que cuentarancu en casa se han descuidáo, cuando menos pensarancu, Tanicu se ha apoderáo. |
Resulta que se contaba en casa se han descuidaó, cuando menos se pensaba, Tanicu ya se ha apoderáo. |
3. | «Qué es Tanico», taporani, tuve esa curiosidá, contestara llullas «cani huahuay la necesidá». |
«¿Qué es Tanico?», pregunté, tuve esa curiosidá, contestó mintiendo: «soy, mi niño, la necesidá». |
4. | Mi tata dijo esa vez: tucuy huatas carecieron porque micuyta Tanicuy en su puncháu no le hicieron. |
Mi padre dijo esa vez: todos los años carecieron porque mi comida a mi Tanicu en su Día no le hicieron. |
5. | Con mi tata llojseraycu en el puncháu del Tanicu, para ver esos festejos fuimos hasta Don Anicu. |
Con mi padre los dos salimos en el Día del Tanicu, para ver esos festejos fuimos hasta Don Anicu. |
6. | ¡Si vieran qué comilona! Tucuy laya micuy cara, las ollas de alcucu llenas, ancha canca y empanadas. |
¡Si vieran qué comilona! Todo tipo de comidas había, las ollas de alcucu llenas, mucho asado y empanadas. |
7. | Tanicu petisu cascka llatansaya chaquisapa tullu porque sullususcka sombrerudo y umasapa. |
Tanicu (había) sido petiso, dicen que va quedando desnudo, patón, flaco, porque te (han) parido antes de tiempo, sombrerudo y cabezón. |
8. | Y esta es una tradición que yo he visto en Salavina, todos los años festeja la familia campesina. |
Esta chacarera nos presenta el complejo mito-ritual del Tanicu, propio de la zona sur mesopotámica, en la costa del Río Dulce (Salavina, Barrancas, Villa Atamisqui). Tanicu es el «dios de la carestía». Andrajoso, descuidado, flaco, es la reunión semiótica de la miseria. No se lo ve claramente, merodea el vecindario, se lo siente, se lo escucha. En el mes de Octubre, cuando aún no hay nada recogido de las siembras de Agosto y Septiembre, y cuando las últimas provisiones se han acabado o están llegando a su fin, se celebra al Tanicu el primer Domingo de Octubre.
La fiesta del Tanicu no es propiamente para él, sino para que él no venga. A la casa en la que él nota que hay fiesta y mucha comida, no se arrima. En caso contrario, él llega y «se apodera de la casa». Las consecuencias serán nefastas: un año de necesidades y de grandes dificultades de todo tipo. Es decir, que la fiesta ritual es un conjuro de la miseria. Opuesto a los rituales de los «primeros frutos», en que se celebra la llegada de la abundancia y los dioses que la hacen posible.
Los vecinos se visitan, con gran griterío de fiesta, comen y beben en abundancia a lo largo de todo el día. Vienen parientes de las ciudades más grandes, en muchos casos, migrantes, originarios de esta zona. Desde el amanecer hasta entrada la noche, una olla hierve permanentemente sobre el fogón con alcucu, con hueso, o con pura agua, lo que importa es la apariencia de abundancia. Se calienta también el horno de barro y se van echando tortillas (pan de harina de trigo con grasa), chipacos (igual que el anterior, pero con chicharrones, es decir, frituras de grasa), empanadas, cabritos, lechones, corderos, todo el día debe haber algo cocinándose.
La mesa está llena de comida, circula mucha bebida, la familia come, los vecinos comen, los visitantes ocasionales son insistentemente invitados a comer. En los últimos años, esta celebración supone un gran esfuerzo para las familias, y en muchos casos no pueden realizarla, entregándose a un año de infortunios. La reunión de vecinos para celebrar conjuntamente ha compensado en gran medida las carencias individuales.
El año 1996 y 1997, que anduve para la ocasión por la zona, muchos que me crucé en el camino con una escopeta o un rifle de aire comprimido al hombro, me dijeron que no tenían nada en la casa para el Tanicu y que andaban viendo de conseguir algo para llevar. Si no, el año será una desgracia.
Volvamos a la canción bilingüe. En primer lugar quiero notar que, tratándose de una fiesta muy antigua y considerada «pagana» por los sectores «cultos» urbanos o por los «Principales» de las villas (Atamisqui, Salavina) o de las localidades rurales, el relato del compositor se hunde en «la quichua» a medida que se adentra en la historia. Las estrofas 1 y 8, comienzo y final de la canción, están construidas enteramente en «la castilla». Desde la 2 hasta la 7, hay varias inflexiones de alternancia entre ambas lenguas.
En la estrofa 2 se introducen dos expresiones quichuas. Igualmente en la estrofa 5. Cuentarancu y pensarancu en la 2, que son frases verbales que cumplen funciones de contexto en ambos casos: «se dice» que esto había pasado, y en verdad sucedió cuando menos «se pensó», de un momento a otro, imperceptible pero perentoriamente. En la estrofa 5, el verbo quichua es el que ha puesto en movimiento al autor y a su padre: llojserayku, «salimos los dos», acción motivada por la conmemoración tradicional. Y púnchau, que refiere a la fiesta misma: «día» del Tanicu. «La quichua» habla de una «costumbre indígena», así identificada por los sectores «cultos» de Villa Atamisqui y Salavina, como me aclaraban.
En las estrofas 3, 4 y 6, la quichua se va apoderando del relato. En la 3, el Tanicu mismo responde en quichua y español, «mintiendo», porque su cariñoso «mi niño» es sólo afectación: si se apodera de la casa, será insensible a cualquier situación de «necesidá», aunque se trate de los niños. En la 6, estamos ante una alternancia típica en los cantos de versos en la castilla y en la quichua: esta forma del verseado es la más común en las coplas bilingües, y será analizada más adelante. Por último, la estrofa 7 ya está construida totalmente en quichua. El relato, al avanzar, se ha hundido para tomar el curso de «la quichua», decididamente. Nótese que es una descripción de la deidad mítica: el Tanicu.
Seguramente uno de los «fondos» más antiguos de la tradición, aquella iconografía oral sobre la cual descansa toda la celebración. En toda la zona, todo el mundo dice que al Tanicu nadie lo ha visto «en persona», se ve su sombra o un bulto rápido rondando, se lo escucha por ciertos ruidos que hace, se siente su presencia por una suerte de sensación aérea que circula a lo largo de todo el día. Por tanto, esta descripción oral, este «retrato hablado» de la estrofa 7, es la prueba y la transmisión de una presencia que tal vez fuera totalmente manifiesta en el pasado, y que sólo ha quedado «impresa» en «la quichua». La estrofa 8 vuelve a «la castilla» y al tiempo presente. Notablemente en esta chacarera, el bilingüismo es una estrategia de relato que da a «la quichua» el curso más profundo, el que trae las voces de lo «indio».
Extraido de:
Indios Muertos, Negros Invisibles. La Identidad «Santiagueña» en Argentina. de José Luis Grosso
Editado por NAyA CDROM 2001
Fuente:
Diccionario de Mitos y Leyendas – Equipo NAyA
http://www.cuco.com.ar/