En este tiempo de cuarentena, el bombisto del Dúo Coplanacu disfruta de su familia en su casa de la ciudad cordobesa de Unquillo.
Las simples cosas le dan sentido a la vida de Julio Paz, integrante del Dúo Coplanacu. Desde pintar un cuadro (ver nota aparte) hasta compartir con su familia cada segundo de su existencia y llevar el mensaje claro de identidad a través de su voz y el latir de su bombo, coadyuvan a que Paz viva, como le dijo a EL LIBERAL en una entrevista exclusiva, a vivir “momentos de plenitud y del reconocimiento de la gente”.
Desde 1985, año en que inició con Roberto Cantos, su “cumpita”, el Dúo Coplanacu, no ha parado de transmitir la esencia santiagueña a lo largo y ancho del país.
-¿En qué momento de tu vida te encuentra este presente artístico y personal?
-Estoy pasando momentos de mucha plenitud, de muchos premios y del reconocimiento de la gente, no ese reconocimiento no cholulo sino de cariño, de respeto. Es muy genuina la forma tranquila, humilde y respetuosa que se acerca la gente que nos quiere tanto en Santiago, como en Buenos Aires, en Córdoba, en todo el país. En ese sentido, estoy muy satisfecho. En lo personal, tengo cosas muy lindas. Tengo mis hijos, Camilo, que tiene 20 años, que trabaja con nosotros, es asistente con el Dúo Coplanacu. Para mí es una alegría. Mi hija Julia tiene 6 años, va a primer grado y acompañarla a ella a su primer día de clase ha sido uno de los mayores compromisos que he tenido en lo que va del año. Mi hijo Jano, el petardo que tengo, porque es un cohete mi hijo, la hermosura total. Mis hijos, mi mujer, mi familia me hacen muy feliz.
-¿Cuánto incide ese estado de plenitud y reconocimiento en lo perso nal en la creación?
-Yo te diría en la interpretación porque yo no compongo ni escribo, pero en la interpretación tiene muchísimo que ver. Cuando esa parte no funciona, uno se pone gris y borroso arriba del escenario. Creo que lo único que puede transmitir es una tristeza y una melancolía. En cambio, cuando uno viene con todos esos chispazos de la vida que te premia, uno comparte eso con el público. Uno lo comparte y lo transmite con alegría.
-¿Cómo vives y sientes esa efervescencia, cada más fuerte, que tiene la gente por el Dúo Coplanacu?
-Bueno, nosotros, con mi cumpa (por Roberto Cantos) siempre igual. Lo vivimos con mucho agradecimiento a la vida que nos ha brindado esto. En un momento elegimos este sendero y ojalá que este camino siga siempre mientras estemos en este mundo. A esa efervescencia, como vos lo dices, la vivimos como de lejos porque el público nuestro, como te decía, es muy cariñoso, muy respetuoso. En el público hay bailarines, cantores y escuchadores y eso es lo que más fuerte se refleja de abajo. Nos enternece a nosotros al ver el gesto emocionado de la gente cuando escucha nuestras canciones. Esa es la efervescencia que vivimos con mucho amor.
Treinta y cinco años de trayectoria
-Han hecho mucho camino al andar en estos 35 años. ¿Los sueños se han cumplido en su totalidad?
-El sueño ha sido transitar el camino. Por suerte se va cumpliendo porque vamos transitando, vamos yendo hacia un lugar. Esa es la cosa que tiene que ver con el arte cuando lo vinculas con una forma de vida. Transitar, ir, esa es la cuestión. El que escribe, el que pinta va en una dirección. El que hace con pasión algo va hacia un lugar. Con la música es un camino que estamos haciendo. Por suerte, ahí estamos arriba.
-Las costumbres, tradiciones y la religiosidad popular del santiagueño están en sus obras. ¿Qué se siente ser el transmisor de esa identidad?
-Humildemente, tratamos de transmitirlo. El filtro, el arreglo de los temas, es la emoción simplemente. El arreglo que le hacemos a los temas es la emoción que nos provoca. El folclore de Santiago, la música de Santiago, el que más canciones tiene a lo largo del país. Ser transmisores de esa identidad es un gran honor, un compromiso tremendo, pero fundamentalmente es una emoción muy linda.
Pintar, la otra pasión del “Copla” Paz
Pintar es otra de las pasiones de Julio Paz, bombisto del Dúo Coplanacu. Su tránsito por la vida como cantor y su andar por los montes impenetrables de su Santiago natal fueron y siguen siendo fuente de inspiración para este artista nacido en la “Madre de Ciudades” el 5 de noviembre de 1956.
Lápiz, aguatinta, pasteles, acuarela, acrílico son los materiales que Julio utiliza para plasmar en un lienzo esas imágenes de su niñez, de su juventud y de su adultez.
Si el monte santiagueño y su andar por los caminos de su tierra han sido sus musas, su residencia actual en Unquillo, Córdoba, también lo es.
Es en este destino cordobés en donde disfruta de las pequeñas cosas de la vida. Junto con su familia, Paz, en estos tiempos de cuarentena, comparte desde las cosas más sencillas con sus hijos. “Cuando esa parte no funciona (por la familia), uno se pone gris y borroso arriba del escenario”, le dijo a EL LIBERAL.
“El proyecto concreto que tenemos es seguir cantando”
-Más allá de la cuarentena obligatoria como consecuencia del coronavirus, ¿qué proyectos concretos tienen para desarrollar durante este año?
-El proyecto concreto que tenemos es seguir cantando. No vamos a hacer otro disco porque está ahí todavía, saliendo del horno el otro (por “Los Copla”). No somos de hacer discos porque sí nomás o porque la compañía lo dice. Hoy ya no hay compañías.
A los changos, en ese sentido, esa orfandad los favorece, especialmente en el proceso creativo. Entonces para nosotros, este año va a ser cantar nuestro repertorio.
Fuente: https://www.elliberal.com.ar/