Desde su salida al mercado a principios del pasado mes de julio, la aplicación nipona Pokémon Go ha revolucionado al mundo, haciendo que sus miles de usuarios sustituyan sedentarismo por senderismo urbano y, quizás, nublando el juicio de aquellos demasiado obsesionados con cazar pokémons de camino al trabajo. Una fiebre que, por otra parte, abre las puertas a otros muchos y quizás interesantes experimentos sociales como la posibilidad de salir a cazar libros. Bélgica ya se ha puesto a ello.
Tardes exhaustivas en busca de pokémons por las calles de la ciudad, viajes sufragados para conseguir capturar al último bicho nipón, personas que nunca anduvieron tanto hasta que se descargaron el último grito en juegos para smartphones. Tras salir al mercado en julio, la aplicación de Nintendo Pokémon Go ha colapsado las plataformas de todo el mundo mediante el atractivo que supone salir a la calle y cazar pokémons gracias al GPS y la cámara de fotos, entrenarlos en gimnasios propicios y convertir las pokeparadas en nuevos puntos de encuentro para geeks urbanos.
Tardes exhaustivas en busca de pokémons por las calles de la ciudad, viajes sufragados para conseguir capturar al último bicho nipón, personas que nunca anduvieron tanto hasta que se descargaron el último grito en juegos para smartphones. Tras salir al mercado en julio, la aplicación de Nintendo Pokémon Go ha colapsado las plataformas de todo el mundo mediante el atractivo que supone salir a la calle y cazar pokémons gracias al GPS y la cámara de fotos, entrenarlos en gimnasios propicios y convertir las pokeparadas en nuevos puntos de encuentro para geeks urbanos.
La iniciativa en cuestión consiste en abandonar un libro en la naturaleza y facilitar una foto y la ubicación del mismo mediante diversas pistas, a fin de que una persona de la misma región lo encuentre, lo lea y facilite los datos en el grupo creado. Algo así como un bookcrossing + yincana que ya suma más de 51 seguidores en el grupo original a fecha de hoy, si bien el fenómeno se expande a otras regiones de Bélgica y ya alcanza Francia.
Una iniciativa que, esperemos, sustituya los hábitos de los pokeadictos y, de paso, sirva para potenciar aún más la difusión de la cultura en todo el mundo, incluyendo España, país en el que no estaría mal cumplir el récord de mayor concentración de amantes de la literatura en la Plaza del Sol.
Aunque algo nos dices que esto no va a ser tan fácil…
Fuente: actualidadliteratura.com