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Recordando a Tomas Mena: «Tombolito»

El creador de «La hora del cierre» del diario El Tribuno de Salta.

A poco que el periódico cumpliera 18 años de vida, más precisamente el 1 de diciembre de 1967, nació la tercera columna permanente del diario: «La hora del cierre». Su redactor era «Tombolito», seudónimo de Tomás Ubaldino Mena. Según el mismo contó en un reportaje que le hiciera su colega Sergio Gareca, el autor del apelativo había sido del gerente del Banco de Préstamo, «Pinki» Alurralde. «Esa institución pagaba un aviso en la columna que entre otras cosas, daba los resultados de los juegos de azahar que organizaba el Banco. Entre ellos la tómbola y de ahí «Tombolito». Y así fue que para la inmensa mayoría de los salteños, don Tomás Ubaldino Mena pasó a ser definitivamente «Tombolito».

¿Pero quién era Tombolito? Como ya dijimos, el columnista se llamaba Tomás Ubaldino Mena y había nacido en 1928 en Balboa, un pueblito que está a la vera de la vieja traza de la RN34, departamento de Rosario de la Frontera. Allí aprendió a leer y escribir, pero luego continuó sus estudios en el Colegio Salesiano de Salta, donde se graduó en Artes Gráficas.

En 1946 ingresó como linotipista del diario «Norte» pero a poco su vocación lo llevó a trocar la linotipo por una máquina de escribir. Por entonces, «Norte» estaba en Deán Funes 92, la misma casona que a partir de 1956 albergaría a El Tribuno, diario al que Mena se incorporó en 1951 y cuando sus dueños eran el Partido Peronista, Emilio Espelta y Jaime Duran.

Tiempo después la actividad sindical lo llevó a integrar el Secretariado Regional de la CGT Salta, puesto donde lo sorprendió el golpe militar que en 1955 derrocó a Perón. Y así fue que la persecución desatada contra el sindicalismo lo empujó a incorporarse a la naciente «Resistencia Peronista» actividad que le costó en 1956, perder la libertad y ser torturado.

Luego de su detención, logró un «record» como solía recordar: «En 29 días conocí la picana eléctrica y cuatro cárceles: Villa Las Rosas (Salta), Caseros (Bs.As.), Río Gallegos (Sta. Cruz) y finalmente Ushuaia (Tierra del Fuego), la cárcel más austral e inhumana del mundo».

En 1958 regresó a Salta luego que el presidente Arturo Frondizi, en cumplimiento de su promesa electoral, liberara los presos políticos de la Argentina. De esta forma, a poco de su arribo a Salta, se reincorporó a El Tribuno, cuando Roberto Romero era codirector del diario.

Pero un año después, el 1° de mayo de 1959, nuevamente es detenido, ahora por haber pronunciado un encendido discurso en el acto organizado por la CGT por el Día del Trabajador. Un Consejo de Guerra lo juzgó y condenó a seis años de cárcel a cumplir en la prisión militar de Magdalena y de la que se fuga en 1961, logrando alcanzar las costas del Uruguay. De allí regresa en 1965 cuando la amnistía dictada por el gobierno del presidente Dr. Arturo Illia.

Ya en Salta y luego de un período sin conseguir trabajo, se incorpora nuevamente al El Tribuno, donde un año más tarde da nacimiento a «La hora del cierre», única columna de las tres regulares que supo tener el diario que perdura y que además, logró sobrevivir a su inspirador.

Sobre su columna, Tomás Mena contó una vez que «la idea inicial era poner (la columna) en la contratapa del diario y como dice su nombre, con las últimas noticias de la jornada, en forma breve, casi telegráfica…».

La realidad es que muy pocas veces se ajustó a la idea original. A poco incorporó los cuentos donde los más castigados eran los santiagueños, el santoral, pronóstico del tiempo, cumples, onomásticos, extravíos, quejas varias y hasta indirectas al Dire. Tenia de ayudante al Cadete y un automóvil apodado «El Trueno Naranja».

Fue tan popular su columna que muchos lectores de ojito, mingaban una hojeada del diario solo para leer y deleitarse con el cuento del «Tómbolo», fanático de la pesca.

Y por supuesto, al igual que con las columnas de Cesar Perdiguero y Mario Gbhara, a Tombolito lo vamos a recordar con uno de sus tantos cuentos. Al azahar elegimos el publicado en la edición del 29 de agosto de 1964. Ahí va:

«Resulta que un día de agosto el viento derrumba la pared medianera que separa el Paraíso del Infierno. Cuando San Pedro dispone levantarla de nuevo y pagarla a medias, el Diablo no quiere saber nada. Entró a chicanear tanto el muy demonio que San Pedro convocó a reunión de Santos y Arcángeles. Ahí deciden levantar la pared por administración. Pero al mismo tiempo resuelven llevar el asunto ante la Justicia para que el Diablo pague la mitad que le correspondía. Y para eso necesitaban un abogado, así que le encargan a San José para que contrate uno. Pasan dos días, vuelve San José y dice: «Imposible conseguir un abogado». San Pedro se impacienta y dice: «¡¡No puedo creer que no haya un abogado aquí!!». Y va San José, lo mira fijo y sale diciendo: «Hermano, están todos al del otro lado de la pared».

Ese era «Tombolito», quien falleció el 6 de septiembre de 2010, a los 82 años de edad.

Fuente: Diario El Tribuno