15 de noviembre de 1781
La Paz
Sólo hablaba aymara, la lengua de los suyos. Se proclamó virrey de estas tierras que todavía no se llaman Bolivia, y nombró virreina a su mujer. Instaló su corte en las alturas que dominan la ciudad de La Paz, escondida en un hoyo, y le puso sitio.
Caminaba chueco y un raro fulgor le encendía los ojos, muy hundidos en la cara joven y ya arada. Vestía de terciopelo negro, mandaba de bastón y peleaba a lanza. Decapitaba a los curas sospechosos de celebrar misas de maldición y cortaba los brazos de espías y traidores.
Julián Apaza había sido sacristán y panadero antes de convertirse en Túpac Katari. Junto a su mujer, Bartolina Sisa, organizó un ejército de cuarenta mil indios que tuvo en jaque a las tropas enviadas por el virrey desde Buenos Aires.
A pesar de las derrotas y matazones que sufrió, no había modo de atraparlo. Andando noche burlaba todos los cercos, hasta que los españoles ofrecieron a su mejor amigo, Tomás Inca Lipe, llamado el bueno, el cargo de gobernador de la comarca de Achacachi, a orillas del lago Titicaca.
Eduardo Galeano