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El hombre que vino del sol calchaquí


Parte de la generación dorada de la poética salteña de los 60, dejó un puñado de obras memorables del folklore

Le hubiera alcanzado con escribir «El antigal» para ubicarse entre los grandes nombres de la canción folklórica. Pero años más tarde Ariel Petrocelli, el docente rural, hijo de un inmigrante italiano, repetiría el milagro con obras cumbres como «Cuando tenga la tierra», «El seclanteño» y «Zamba del ángel» que marcaron a fuego su historia artística y la de la generación folklórica de los sesenta. Ayer, a los 73 años, murió en su Salta natal víctima de una complicación cardíaca, pero hace tiempo que este hijo de los valles y el sol calchaquí, había entrado en la memoria colectiva de su tierra por letras como esta: » En tus viejos brazos se quedó el ayer/ rescoldo del alma arisca que se fue/ El tiempo en tus manos solas/quedo tendido sobre la luz./Sangre reseca en la mañana/llorando siglos a la voz del Sol/el grito inca estremeció el dolor » («El antigal»).

Petrocelli fue el último de los grandes poetas salteños, el más joven de una generación dorada, que comenzó en Jaime Dávalos y continuó en Manuel J. Castilla, César Perdiguero, José Ríos y Miguel Angel Pérez. Su sociedad musical con el cantante Daniel Toro (líder de Los Nombradores entre el 1961 y 1967) fue alquimia pura y anunciaba los aires de renovación que traería el nuevo cancionero. La dupla compositiva se populariza a partir del estreno de «El antigal» en la versión de Los Nombradores.

Todavía adolescentes, sumergidos en la bohemia salteña, escriben la canción «Para ir a buscarte», que se transformaría en otro éxito de época en la voz de Los Trovadores en Cosquín de 1965 y que grabarían nuevamente Los Nocheros en su álbum Gen de 2007: «He vestido de rojo mi guitarra/he colgado la estrella de mi canto/en el vértice mas sonoro de su boca «.

Los temas universales despiertan el interés de Ariel Petrocelli pero la columna vertebral de su poética gira alrededor de la reivindicación del hombre americano. «En la escuela primaria comencé a mostrar la veta de escritor -decía en una nota en LA NACION-, pero lo que me definió fue la experiencia como maestro rural en Cachi. Allí está la médula de la copla, el empirismo del coya, del vallisto, el laconismo del lenguaje, ese dulce misterio de los tiempos, del silencio.»

En la sabiduría de la copla Petrocelli descubrió la historia olvidada de la América precolombina, el rastro de una cosmovisión latente en los antigales desperdigados por valles y quebradas. En ese manantial anónimo el poeta Petrocelli encuentra el precioso material para elaborar un puñado de canciones, que se reactualizan en cada nueva versión. «Es muy difícil escribir copla por razón de profesionalidad o de haber mejorado una técnica de escritura. La copla tiene ciertos secretos de espontaneidad. Bueno, todo esto que digo es una sumatoria que ha posibilitado cierto manejo de la canción popular que, por suerte, no se avejenta. No es algo viejo ni nuevo. Tiene vida.»

Las obras de Ariel Petrocelli tuvieron su sello y el de sus compañeros de tiempo: «Para ir a buscarte», «Cuando tenga la tierra» (con Daniel Toro), «El antigal» (con Lito Nieva y Daniel Toro) y «Zamba del ángel» (con Hugo Díaz). Con su compañera de vida, Isamara, con la que formaba un dúo y había grabado un disco el año pasado que estaba presentando por el país, compuso canciones como «Arrieros de Salta», «Chacarera del alma» y «Pero la vida es ajena». Pero serán sus letras las que seguirán rodando en las voces de toda una generación.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1305744-el-hombre-que-vino-del-sol-calchaqui