El dibujante y cuentista rosarino, muerto el 19 de julio de 2007, representó en sus obras a través del gaucho, el fútbol y su ciudad natal, Rosario
Roberto Fontanarrosa no sólo es un icono de la ciudad de Rosario, sino también de la tradición humorística y gráfica del país. Su nombre representa un gran legado de historietas, cuentos, novelas y guiones que lo convirtieron en uno de los dibujantes y escritores más prolíficos de Argentina y que puso a Rosario y su paisaje en lo más alto.
Sus tiras «Boogie, el aceitoso» e «Inodoro Pereyra (el renegáu)» le valieron su fama más allá de los límites de nuestro país. Sus obras comenzaron a publicarse en países como Colombia y México, y este último le otorgó el premio «La Catrina» en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara.
Su talento fue tal que el 26 de noviembre, día de su nacimiento, fue declarado Día Nacional del Humorista. Pero la enfermedad de la esclerosis lateral amiotrófica comenzó a llevarse todas sus capacidades físicas. En 2007 dejó de dibujar: no podía controlar su mano derecha y por lo tanto continuó escribiendo guiones para sus personajes que serían dibujados por otros colegas. Y a pesar de haber luchado durante seis años, el 19 de julio de 2007 finalmente falleció a causa de un paro cardiorrespiratorio, producto de su enfermedad.
Su partida fue un hecho muy triste para muchos y fue motivo de grandes homenajes al genio del dibujo y el humor, cuya obra continua siendo leída y re editada hasta la actualidad.
Los inicios del dibujante
Nacido el 26 de noviembre de 1944 en la ciudad de Rosario, Roberto Fontanarrosa fue hijo de Rosa Lac Prugent y de Berto Fontanarrosa, jugador de basquet del club Huracán y técnico de Gimnasia y Esgrima. Durante su infancia vivió en el centro de la ciudad, en un antiguo edificio en Catamarca 1421 esquina con Corrientes.
Fue a la escuela primaria Mariano Moreno, y luego cursó sus estudios secundarios en la Escuela Industrial (hoy Politécnico). Antes de cumplir 20 años ya había comenzado a trabajar en la agencia de publicidad de Roberto Reyna, donde conoció al dibujante Alberto Mirtuono, quien fue su jefe durante la creación de «Boogie, el aceitoso».
La carrera del «Negro» comenzó a finales de los años 1960, a una edad muy temprana. Inició como dibujante humorístico en la Revista Boom de Rosario (1968), editada por Osvaldo Aguirre, luego en Zoom y Deporte 70. Roberto se destacó por tener gran velocidad para realizar sus dibujos de excelente calidad, motivo por el cual tuvo una vasta producción gráfica a lo largo de su vida.
Diario Clarín: reconocimiento internacional
Gracias a aquellos trabajos en la década del 60, Fontanarrosa llegó a las revistas Hortensia y Satiricón, en donde trabajó desde 1973. También se le dio su lugar en el diario Clarín, en donde dicen que sus viñetas lograron que la gente empezara a leer el diario desde atrás. Entre sus personajes más conocidos están el matón «Boogie, el aceitoso» y el gaucho «Inodoro Pereyra y su perro Mendieta».
Roberto Fontanarrosa explicó lo que significó la aparición de «Mendieta» en sus tiras argumentando que un caballo para el gaucho era más difícil de ilustrar en sólo un cuadrito de historieta. “Es muy difícil meter un caballo en un cuadrito de historieta, por lo tanto apareció un perro. Y se llama Mendieta porque me causaban gracia los perros con nombres humanos». Con dichas tiras, la fama del historietista trascendió las fronteras de Argentina.
A partir de allí, «Boogie, el aceitoso» empezó a publicarse en un diario de Colombia, y luego, durante muchos años, publicó diferentes producciones para el semanario mexicano Proceso, un semanario de opinión y análisis político y social pero que también incluía arte, crítica, deporte y cultura.
Escritor prolífico
Fuera de su rol como dibujante e historietista, el Negro publicó numerosas recopilaciones de cuentos, entre los que se pueden nombrar «El mundo ha vivido equivocado» (1982), «No sé si he sido claro» (1986), «Nada del otro mundo» (1987), «El mayor de mis defectos» (1990), «Los trenes matan a los autos» (1992), «Uno nunca sabe» (1993) y «La mesa de los Galanes» (1995), entre otros, notando una gran intensificación de este tipo de obras hacia el final de su vida.
Además, Fontanarrosa escribió varios cortometrajes, películas, novelas y muchos de sus cuentos fueron dramatizados y convertidos en obras teatrales o televisivas. El gaucho Inodoro Pereyra es uno de los ejemplos más claros de ello: su personaje se ha vuelto obra teatral en más de cinco ocasiones, y su cuento «El mundo ha vivido equivocado» también tuvo muchas adaptaciones teatrales.
En 2004, Roberto fue uno de los expositores en el III Congreso Internacional de Lengua Española, donde participó con su ponencia sobre “Las malas palabras”. El rosarino dijo con enorme ironía y humor: “¿Por qué son malas las palabras? ¿Les pegan a las otras? ¿Son malas porque son de mala calidad?”. A partir de ahí comenzó a reflexionar acerca de la intención y sentido que le damos a determinados términos y logró aplausos y carcajadas del auditorio.
Rosario, fuente de inspiración
Rosarino y canalla, su pasión por el fútbol no se detuvo únicamente en el deporte. Hincha fanático de Rosario Central, club al que vio jugar en la cancha por primera vez a sus diez años, Fontanarrosa dedicó varias obras al fútbol. Una de ellas es el cuento «19 de diciembre de 1971», hoy reconocido como un clásico de la literatura futbolística argentina.
Pero el club de sus amores no fue lo único que distinguió las obras del rosarino. En los años 70 y 80 fue habitual su presencia en el bar El Cairo, en donde disfrutaba sus ratos libres tomando un café. Ubicado siempre en «la mesa de los galanes», aquél lugar fue también escenario de muchos de sus mejores cuentos.
Mujeres lindas, fútbol y un bar que auspiciaba de hogar pero con un balcón directo a la calle, eso era todo lo que necesitaba el Negro para dejar fluir la creatividad que caracterizó a toda su extensa obra. De todos aquellos escenarios creados en su mente también nacieron algunas novelas, como «Best Seller», «El área 18» y «La gansada».
Premios y distinciones
En el año 1992, Roberto Fontanarrosa recibió el premio Konex, distinción que recibiría nuevamente dos años después, pero en su categoría de Premio Konex de Platino. El 6 de abril de 2006, el Senado le entregó la Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento, en reconocimiento a su vasta trayectoria y aportes a la cultura argentina.
En diciembre de 2006, en el marco de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara (México), el humorista recibió el premio «La Catrina», reconocimiento que cada año se entrega en el Encuentro Internacional de Caricatura e Historieta.
Posteriormente, se dictaminó que el 26 de noviembre de cada año se celebre el Día Nacional del Humorista, en conmemoración de su nacimiento. Desde 2014, por ordenanza del Concejo Municipal de Rosario, su casa natal fue declarada esquina “Roberto Fontanarrosa”. Su personaje Inodoro Pereyra ha formado parte de varias muestra en homenaje de los mejores dibujantes y humoristas.
La enfermedad que se cobró su vida
El Negro se casó dos veces: con su primera mujer tuvo a su único hijo, Franco Fontanarrosa, su segunda esposa, Gabriela Mahy, lo conoció en 2002 y se casaron en noviembre de 2006. En 2003 se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica, por lo que desde 2006 utilizó frecuentemente una silla de ruedas.
El 18 de enero de 2007 anunció que dejaría de dibujar sus historietas, debido a que había perdido el completo control de su mano derecha a causa de la enfermedad. Sin embargo aclaró que continuaría escribiendo guiones para sus personajes. Desde entonces, el historietista Crist se encargó de ilustrar sus chistes sueltos, mientras que Óscar Salas hacía lo mismo con sus historietas de Inodoro Pereyra.
Pero su enfermedad continuó avanzando y en julio de 2007, Fontanarrosa fue ingresado al hospital por un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda. El cuadro no mejoró y Roberto falleció el 19 de julio de 2007, a los 62 años, víctima de un paro cardiorrespiratorio. Fue enterrado al día siguiente de su muerte, acompañado por cientos de ciudadanos, entre ellos escritores, actores y autoridades de la política nacional. La marcha fúnebre hizo una parada de unos minutos en cercanías al Estadio Gigante de Arroyito y luego continuó hacia el cementerio Parque de la Eternidad en la localidad de Granadero Baigorria, donde fue enterrado.
En noviembre de 2008 la segunda esposa, Gabriela, decidió radicar una denuncia demandando a Franco, el hijo del escritor, por los derechos intelectuales de la obra, y acusando al último de quedarse con las regalías por los libros y otros escritos. Luego de diez años, el juez dictaminó que Franco Fontanarrosa se llevaría el 60% de las regalías con cada re edición de sus obras mientras que el 30% restante serían de Gabriela Mahy.
Fuente: Diario La Capital