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La eterna serenata


Tuvo al menos un don, el de la originalidad. No suele ser común -y menos aun lo era en aquella época seguramente- que un porteño del barrio de Belgrano se orientara hacia la canción gaucha. Pero aunque muchos años después confesara que “la cabra tira al monte” para referirse al disco larga duración en el que grabó tangos propios con las guitarras de Roberto Grela y el lunfardo como referente principal, su vida estuvo signada por los ritmos nacionales y también por la canción indolatinoamericana. Cumplió su deseo de retirarse simple y entero cuando cumplió treinta años de vigencia con Los Cantores de Quilla Huasi, habiendo integrado el grupo con sus formaciones más distinguidas. Siempre su norte fue la poesía y la composición, una alternancia que le dio de vivir en el más sublime de los sentidos. Oscar Valles -de él estamos hablando- le dio al cancionero popular los títulos que más simbolizaron los momentos intensos de la historia de la música nacional en los últimos cincuenta años. Temas que fueron identificando etapas en el movimiento cultural del país adoptados por el fervor de los argentinos como himnos de plena autenticidad en la vida nacional. Lo heredan tres hijos que tienen a la expresión sonora como meta y a partir de allí dejan testimonio de una entrega íntima que necesitan llevarla a la manifestación exterior en nombre del padre.

Pero también le dio la felicidad a cada fiel seguidor de su repertorio que se sintió identificado con el mensaje de amor, la copla paisajista, el sentimiento ante el dolor ajeno o el canto de paz. Era cuestión de encontrar una nueva forma de presentar un recital en el teatro, de buscar la mejor sonoridad de su requinto de doble encordado, de pergeñar el mejor arreglo para las selectas voces del conjunto de aquel momento, de lograr el color de ese sentir cuyano como si hubiera nacido en Villa Mercedes. Siempre sumó a la propuesta. No necesitó de grandes exposiciones y presencia permanente en los grandes medios. Lo suyo fue más sencillo, pero valioso. Hoy se siguen cantando y grabando sus obras. Muchas todavía no se han descubierto, es que son tantas. El 23 de marzo cumplió 82 años porque sigue vivo aunque dejó su espacio físico el 17 de este mismo mes hace tres años (2003). La permanencia y el respeto con que se lo honra en cada lugar donde su trova es testimonio, debe tomarse como homenaje para dejar evidencia de una fructífera historia de comunión con un valor muy preciado de la humanidad: la canción. Oscar “Cacho” Valles, que sigue estando en cada escenario de la extensa vida cultural de los argentinos fue protagonista como pocos de una eterna serenata. La que le sigue dando gratos momentos a los que saben elegir a quién escuchar. Por tanta permanencia y buen legado… algo habrá hecho.

 

Fuente:

Raúl Alberto Vigini – [email protected]

Suplemento Cultural “La Palabra” Nº 507 – www.laopinion-rafaela.com.ar

Sábado 25 de marzo de 2006