Cuando Jorge Luis Borges quedó completamente ciego alrededor de los cincuenta años, la literatura no terminó para él; al contrario. Leer ya no podía, ¿pero qué cambiaba si en vez de leer, se predisponía a escuchar la lectura de otro? ¿Qué ganaba y qué perdía esa narración ahora oída? ¿Qué cambios le implicaba sentir el verso, la prosa, la palabra como sonido y ya no como imágenes? Su optimismo, sus voluntad de seguir aprendiendo e incorporando conocimientos no cesó. En su Poema de los dones habla de la «magnífica ironía» de Dios: «me dio a la vez los libros y la noche».
Audiocuentos es un proyecto que responde a esa pulsión, la de sentir el sonido de las palabras, la cadencia de una lectura que fluye con calma y se tensa en los momentos aclimatados. ¿Acaso escuchar un cuento no le da un plus a la lectura individual? ¿Acaso no es necesario dejarse llevar por esa experiencia tan originaria, tan de los inicios de la literatura cuando se trataban de registros orales yendo de pueblo en pueblo en la voz de un narrador? Ahora, en el colectivo, en la bici o entrenando en el gimnasio, la literatura también puede acompañarnos.
Audiocuentos (realizado por UnaBrecha y Grupo Heterónimos) acaba de lanzar la segunda entrega de la Nueva Narrativa Argentina. Son 77 escritores, lectores e ilustradores que desde internet —ya sea por la web o la app— a los que se puede acceder de manera libre y gratuita. La primera edición, que salió en 2016, contó con textos de Claudia Piñeiro, Samantha Schweblin, Hernán Ronsino y Gabriela Cabezón Cámara, entre varios otros. Esta segunda selección no defrauda —se encargaron Marina Arias, Jorge Consiglio y Manuel Crespo— y eleva la vara aún más alto. En un breve pero enriquecedor intercambio de mails, el coordinador general de Audiocuentos, Nicolás Hochman, habló así:
— Empezamos a pensar el proyecto en 2015. Nos pusimos a investigar qué había y qué faltaba, y nos dimos cuenta de que era algo muy poco explorado en Argentina. El material que hay en audio, en general, es de clásicos de la literatura. Es importantísimo que eso exista, pero nos pareció curioso, sintomático, que prácticamente no hubiera nada actual. Comenzamos el proyecto pensándolo para un público no vidente y en cuanto lo lanzamos nos dimos cuenta de que el público era mucho más grande. Todas las semanas nos llegan mails de escuelas de todo el país contando que están trabajando el mail con chicos de secundaria, y hasta la fecha la web y la app ya recibieron más de quinientas mil visitas. Nuestro objetivo es poder seguir incorporando cada vez más material, y de a poco poder ir federalizándolo. Audiocuentos se viene financiando con el programa de Mecenazgo. Hace pocas semanas nos enteramos que se aprobó la tercera edición, que vamos a lanzar en cuanto consigamos el mecenas que apoye el proyecto.
— Porque de algún modo es un retorno a los orígenes de la literatura, que al principio era de transmisión oral. Creo que la palabra pronunciada tiene una fuerza y un potencial enormes, que se complementan con lo escrito. Lo oral resignifica lo escrito, y entonces aparece ahí un valor que parece ir a contramano, pero que en definitiva es más que actual. Muchas de las personas que ingresan a la web o a la app de Audiocuentos lo hacen para escuchar los textos mientras manejan, mientras viajan en colectivo, mientras caminan. La literatura oral tiene esa posibilidad que la escrita no: te permite hacer otra cosa mientras tanto. Pero como un poco somos fetichistas, en la web y la app aparecen los cuentos en tres formatos: como texto, como audio, y también como imagen, que es algo que complementa mucho, que enriquece la lectura, porque la fija de otra manera.
— Qué diferencias hay entre la primera edición y esta segunda? ¿Cambiaron algunos aspectos del proyecto?
— Hay tres diferencias. La primera es que cuando comenzamos, en 2016, convocamos directamente a veinticinco escritores, haciendo un mix entre consagrados y emergentes. Este año esa convocatoria fue pública, abierta, y recibimos seiscientos treinta y cuatro cuentos, que pasaron por un comité de preselección y un jurado, que eligió a los veinte que finalmente quedaron. Lo segundo es que en la primera etapa convocamos a actores y locutores para leer los cuentos, y esta vez elegimos darle un giro al asunto y llamar a lectores «civiles», digamos, para darle otro matiz a esas lecturas. Lo tercero todavía no llegó, y es que en pocas semanas vamos a iniciar una campaña en la vía pública para difundir el material, interviniendo de manera mucho más directa calles, estaciones de trenes, teatros y otros espacios de mucha circulación.
Esta segunda edición cuenta con textos de Cynthia Acuña Matayoshi, Laura Bertolé, Federico Bianchini, Sonia Budassi, Evangelina Caro Betelú, Luis Cattenazzi, Rocío Cortina, Esther Cross, Franco Dall’Oste, Marcelo Guerrieri, Ariana Harwicz, Luciano Lamberti, Alejandra Laurencich, Andrés Neuman, Javier Núñez, Juan Agustín Otero, Flavia Pantanelli, Mariana Richardet, Yanina Rosenberg y Claudia Solans. También con ilustraciones de Alina Najlis, Juan Sebastián Amadeo, Estrellita Caracol, Javier Reboursin, Romina Lardiés, Carolina Marcús, Virginia Piñón, Fernando Sawa, Gabriela Thiery, Martina Trach, Daniel Pito Campos y Joaquín Paolantonio. Las lecturas estuvieron a cargo de Ana Granato, Arme Martinez, Natalia Arenas, Valentino Cappelloni, Diego Tomasi, Flavia Pittella, Juan Otero, Macky Chuca, Carina Migliaccio y Marcos Urdapilleta.
La página web es audiocuento.com.ar
Fuente: https://www.infobae.com/cultura/2018/01/23/audiocuentos-o-el-placer-de-escuchar-literatura/