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El diablo, tal como lo vio Anastasio el Pollo


Se exhiben en la Casa Nacional del Bicentenario ilustraciones que Benicio Núñez hizo para el Fausto de Estanislao del Campo. El libro editado por Fundación Alon está a disposición de las escuelas.

Mercedes Pérez Bergliaffa  MERCEDES PÉREZ BERGLIAFFA

El ilustrador correntino Benicio Núñez fue uno de esos personajes algo exóticos, un poco olvidados en la actualidad, que tuvieron presencia en el mundo del arte especialmente durante las décadas del sesenta y del setenta. Desde hace días, la exposición Benicio Núñez. El Fausto criollo rescata parte de su obra, específicamente sus ilustraciones, en la Casa Nacional del Bicentenario (CNB). El libro escrito por Estanislao del Campo e ilustrado por Núñez, fue reeditado recientemente por la Fundación Alon, que organizó junto con la Casa del Bicentenario la exposición de Núñez. Veintiuna de esas obras originales que acompañaron el texto del Fausto pueden observarse ahora allí, en ese espacio, con los personajes de la historia. En el texto de Estanislao del Campo, Anastasio el Pollo le cuenta a Don Laguna su experiencia de una noche de ópera en el Teatro Colón . Y en su relato, toma al diablo, personaje de ficción en la ópera, como si fuera real.

El diablo según Benicio Núñez.

El diablo según Benicio Núñez.

El objetivo de la muestra es acercar la producción del creador a públicos diversos, pero especialmente a los niños: por eso los ejemplares recién editados de Fausto serán repartidos por la Fundación Alon entre diferentes establecimientos educativos.

Pero lo curioso es el recorrido inusual de Núñez, dentro del campo de las artes plásticas: si bien las ilustraciones son tintas y témperas sobre papel en donde las formas, las siluetas planas de colores pop, opuestos entre sí y plenos, ganan protagonismo dejando de lado a la línea, Núñez también estuvo en algún momento previo involucrado con el movimiento del Arte Concreto Invención. Sin embargo, si nos remontamos a sus orígenes, el artista se declara prácticamente autodidacta: reconoce la guía de su maestro Amaré, quien fue profesor suyo en Avellaneda –primer punto en donde el artista recaló cuando viajó desde la Mesopotamia local–, y también el “padrinazgo” de Tomás Maldonado. “Yo no quiero hacer magia”, comentaba Núñez acerca de sus obras, de sus métodos. “Para mí pintar es tan fácil como leer una flor. Las cosas me salen solas”.

La rubia llora junto a una iglesia.

La rubia llora junto a una iglesia.

Y aunque comenta el curador de la exposición, Pablo Messil, que no se encuentran obras del período geométrico-abstracto de Núñez (“si fuera que las hubo, nosotros las buscamos pero no pudimos encontrarlas”, comenta Messil a Ñ) los trabajos que sí pueden observarse de Núñez dejan ver formas libres, yuxtapuestas. Este tipo de producción fue la que presentó en la II Bienal de San Pablo (de 1952), donde ganó el Tercer Premio. Posteriormente integró la importante exposición 50 años de la Pintura Argentina, que recorrió Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. A nivel local colaboró con ilustraciones en El Hogar, Mundo Argentino, Vosotras, Hipotenusa, Lyra y Leoplán. En 1986, 1987 y 1988 también colaboró con tiras continuas en “Corto Maltese” de Milán, y en otras historietas. Ya en 1987 ilustra Play Boy de Roma.

Fausto, a punto de firmar el acuerdo que le propone el diablo.

Fausto, a punto de firmar el acuerdo que le propone el diablo.

Jacobo Fiterman, director de la Fundación Alon y coleccionista de las producciones de Núñez, además de amigo del artista, afirma desde Nueva York, en donde se encuentra trabajando: “Núñez era un gran artista, muy sensible. Y era un hombre raro: muy serio; siempre vestido muy formalmente. Y callado”.

Criado en un campo de Entre Ríos, entre palmeras y ríos, el imaginario de esas tierras, su fábulas, sus mitos, estarán presentes en el costado orgánico y vital de las siluetas, de las formas que Núñez fue pintando a lo largo de toda su vida.

Una parte de su producción es muy interesante: sus pinturas en blanco y negro que tan sólo se definen con ángulos, recovecos, plenos, fondos blancos, figuras y objetos negros. Un mínimo de recursos para lograr una expresión máxima. Las figuras generalmente aparecen en ramilletes; son conjuntos de elementos que con algo de ingenuidad, mucho de frescura. “Núñez no era un pintor naif –detalla Messil– pero sí tiene algo de ese espíritu”.

La tapa del libro editado por Fundación Alon.

La tapa del libro editado por Fundación Alon.

Benicio Nuñez murió a los 73 años. Fue un artista de culto, como lo recordó alguna vez la crítica Rosa Faccaro. Y también fue un artista que se ubicó cómodamente dentro del lenguaje, de la jerarquía del arte popular, sin ningún tipo de complejo ni prejuicio. La hibridación entre lo aprendido en el período en que se codeaba con los artistas concretos, más las enseñanzas de Amaré en Avellaneda, otorgaron a la obra de Núñez una identidad muy particular. Un artista que no buscó la gloria sino la creación, la expresión: la conformación de su propio imaginario.

Benicio Ñúñez

Itacaabo, Corrientes, 1923- Bs. As., 1997

Benicio Núñez retratado por Carlos Alonso en 1966.

Benicio Núñez retratado por Carlos Alonso en 1966.

Desde los 5 años vivió en Entre Ríos, donde aprendió a dibujar. Siendo joven viaja a Buenos Aires y se instala en Avellaneda. En 1945 fue uno de los fundadores del “Grupo Arte Concreto Invención”. A partir de entonces expone sus obras en diversas galerías porteñas. En 1952 a los 28 años, participa en la Segunda Bienal Internacional de San Pablo. Poseen obra suya coleccionistas locales y de los Estados Unidos y Europa.

Benicio Núñez. El Fausto criollo.

Lugar: Casa Nacional del Bicentenario, Riobamba 985. Fecha: hasta el 12 de enero de 2020. Horario: martes a domingos, 12 a 20. Entrada: gratis. Info: Fundación Alon, 4372-8810, info@fundacionalon.org

Fuente: https://www.clarin.com/arte/diablo–vio-anastasio-pollo_0_NWEKKJnUH.html