Durante años, el clérigo polaco desarrolló una teoría que cambiaría de manera radical nuestra visión del mundo: desplazó a la Tierra del centro del universo y la puso a dar vueltas alrededor del sol. Y la ciencia venció a la teología.
Copérnico pasó las últimas décadas de su vida en Frombork, una ciudad en la desembocadura del río Vístula, donde trabajó para la diócesis. Allí, la leyenda sitúa su trabajo de contemplación en una torre en el recinto de la catedral, pero lo cierto es que el astrónomo poseía una residencia fuera de las murallas que protegían el templo y en cuyo jardín mandó construir el llamado pavimentum, un suelo nivelado y firme para sus instrumentos. El óleo de 1873, Astrónomo Copérnico, o conversaciones con Dios, de Jan Matejko, recrea la leyenda del científico polaco en su torre observando el firmamento con sus instrumentos.
Copérnico nació el 19 de febrero de 1473 en el seno de una familia burguesa de Torun. Su padre era un comerciante recién llegado de Cracovia, la capital del reino polaco, y su madre venía de una adinerada familia local. Torun era uno de los principales centros urbanos en el norte de Polonia, país al que pertenecía desde 1466. Su ubicación en la ribera del Vístula y en un cruce de caminos comerciales contribuía a la riqueza de la ciudad y de sus habitantes.
Poco sabemos sobre la educación juvenil de Copérnico. Lo más probable es que Nicolás, junto con su hermano pequeño Andrés, estudiase en la escuela parroquial de la catedral de San Juan y después en una escuela secundaria de la cercana ciudad de Chełmno. A los diez años, el futuro astrónomo perdió a su padre. Desde entonces, la figura masculina más importante en su vida sería la de su tío materno, Lucas Watzenrode, quien en 1489 se convertiría en obispo de Varmia.
UNA CIUDAD COSMOPOLITA
Copérnico se matriculó en la Academia de Cracovia en 1491. Era la única universidad en Polonia y una de las pocas en esta parte de Europa. Fundada en 1364, ganó fama en la segunda mitad del siglo XV como importante centro de estudios matemáticos y astronómicos gracias a una serie de profesores excepcionales como Juan de Głogów, quien calculó la posición geográfica de Cracovia, o Alberto de Brudzewo. Era un ambiente propicio para que arraigara una nueva corriente cultural que llegó a Polonia desde el sur de Europa: el Renacimiento.
Cracovia era una ciudad cosmopolita y repleta de visitantes procedentes de todos los rincones de Europa: mercaderes, artesanos e intelectuales. El preceptor de los hijos del monarca era el humanista italiano Filippo Buonaccorsi, antiguo miembro de la Academia Romana, donde fue conocido bajo el apodo de Calímaco. Por su universidad pasaban los heraldos del humanismo y sus imprentas publicaban los primeros libros. El fervor intelectual de la ciudad seguramente fascinó al joven Nicolás, que, sin embargo, no llegó a terminar sus estudios allí. En 1495, gracias a la protección de su tío obispo, Copérnico fue nombrado canónigo del cabildo de Frombork, sede del obispado de Varmia. Pero Lucas Watzenrode, consciente de los talentos de su sobrino, optó por enviarlo a estudiar Derecho a Bolonia.
El viaje a Italia, cuna de la cultura renacentista y donde la modernidad dialogaba con la Antigüedad, era la realización de los sueños de cualquier intelectual de la época. Pero para el futuro astrónomo suponía otra cosa más, pues un título conseguido en una de las más antiguas y prestigiosas universidades europeas era el pasaporte para un rápido ascenso en la jerarquía eclesiástica y, en consecuencia, para hacer carrera en la corte real.
En Italia, el joven de Torun, en vez de entregarse al estudio del Derecho, continuó con su interés por las ciencias. Pronto se puso en contacto con el famoso astrónomo boloñés Domenico Novara, a quien acompañó en sus observaciones, más como asistente que como discípulo. En 1500, Copérnico fue a Roma para participar en las celebraciones del año del jubileo y probablemente también para hacer prácticas en derecho canónico en la administración papal. Sabemos que pronunció allí una conferencia astronómica. Si Copérnico efectivamente habló de astronomía en la Ciudad Eterna, con toda probabilidad no se trató de una ponencia oficial sino, más bien, de una charla privada, típica en el ámbito renacentista. Tal vez presentó los resultados de sus observaciones rodeado por un círculo limitado de científicos y conocidos. Comoquiera que fuese, se trató de un hecho puntual: Copérnico nunca más manifestó en público sus opiniones sobre astronomía.
Fuente
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/nicolas-copernico-y-revolucion-cosmos_13321?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign=trafico