La conocí en el café porteño cercano a San Pablo Ediciones (donde ella era correctora bíblica) cuando la entrevisté para nuestro Suplemento Cultural “La Palabra” y desde ese día me recibió siempre con total afecto. Ante mi pregunta de cómo se había dado la convivencia con Armando Tejada Gómez, siendo ella tan comprometida con la religión, y su compañero de vida por una década, tan distante, según entendía desde mi ingenuidad, me respondió: “Era al revés, un día que yo estaba muy alterada y hablando groseramente de quienes no se habían comportado correctamente Armando me dijo: ‘Al final quién es el cristiano acá’, haciendo alusión al perdón. Por otra parte dudo que Armando fuera ateo cuando creía en el hombre y su vida mejor. En última instancia, donde hay amor, Dios está”.
Quizás la mejor biógrafa para plasmar varios tomos de Editora Patria Grande con los libros Profeta del Viento dedicados a difundir la vida y la obra de Armando Tejada Gómez así como la serie Antología para homenajear a Hamlet Lima Quintana.
Una incansable luchadora difundiendo documentos de la realidad social, promoviendo espacios de la cultura popular, respaldando publicaciones de su gente, recomendando textos y músicas de alto nivel y profundo contenido poético. Y siempre escribiendo con singulares recursos literarios.
Llevó el nombre de Tejada Gómez a todos los rincones del país que le permitieron, narró con sincera memoria la génesis de muchas poesías por haber sido testigo que con el tiempo se convirtieron en los temas más cantados del cancionero indolatinoamericano. Tuvo presencia permanente en el acompañamiento al poeta para superar los momentos más difíciles que surcaban el país.
Tan cerebral, tan intensa, tan pedagoga, tan ilustrada, tan profunda. Pero también tan sencilla, tan simple, tan visceral, tan sensible. Es decir, tan valiosa. Tan humana.
Hizo mucho por todos y por ella misma que tenía como misión en la vida: estar. Lo cumplió con creces.
Un capítulo especial entre sus cuestiones cotidianas lo ocupó su interés por el picaflor y la necesidad de escribir y publicar el libro Colibrí. Chispa pregonera de vida nueva. Con denodado interés su investigación se fundamentó en que “es un mito latinoamericano pero que viene a decirnos hoy, cosas muy importantes. Y entonces aparece relacionado con la unidad latinoamericana o que empieza a producirse, con el tema ecológico que viene a preocuparnos tanto pero hay relación con ambientalistas y el tema de salvar la naturaleza, salvar el planeta y demás, el tema derechos humanos porque aparece relacionado varias veces y para los antiguos mayas el colibrí aparecía en memoria de los héroes que dieron su vida por la libertad del pueblo. Había terminado de leer un libro sobre teología cuántica y empiezo a encontrar unas correlaciones impresionantes porque lo espiritual está presente permanentemente, está el tema de materia y antimateria, lo que no vemos pero que existe, la energía, tiene relaciones con todo. Y la vida colibrí es la vida desfatigada de las cosas materiales, pero muy enganchada con la Pachamama, con la defensa de la tierra, con los derechos del planeta”. Y en esas reflexiones pudimos conocerla más en su pensamiento trascendente y espiritual.
Dorita Giannoni, de ella tratamos de resumir su paso terrenal, fue una valiosa mujer de plenas convicciones, de altos valores éticos, de gestos sensibles hacia los más débiles, de compromiso absoluto con los derechos humanos, de carácter firme para defender ideales, de justicia diaria y necesaria. Y cumplió, sin necesitar protocolos formales ni cuestiones biológicas, con todos los roles afectivos posibles de esposa, madre, abuela, hermana, tía, madrina, amiga, consejera, y tanto más, elegida por los allegados, y desempeñándolos con la mayor unción y entrega.
Estamos huérfanos de Dorita desde ahora. Mas nada impedirá que todo lo que recibimos de ella siga siendo nuestro referente para continuar humildemente su derrotero, ya que nunca será abandonada su misión que hoy trasciende los planos existenciales.
Dora Giannoni (9 de Julio, pcia. de Buenos Aires, 1939 – Buenos Aires, la tarde del 22-01-2025) Profesora de Castellano, Literatura y Latín. Ensayista, escribió artículos periodísticos, publicó varios libros. Cofundó e integró el Centro Cultural Armando Tejada Gómez y es madrina del espacio infanto juvenil Juanito Laguna de la Casa de Cultura Compadres del Horizonte.
Por Raúl Alberto Vigini
Rafaela (Sta. Fe), 23 de enero de 2025